Por Pascal Languillon, fundador de Luxe Wellness Club.
Enclavado a orillas del Rin, en el corazón de la encantadora ciudad de Basilea, se alza una leyenda de la hostelería europea: Les Trois Rois. Este legendario establecimiento, uno de los hoteles más antiguos del continente, fundado en 1681, combina con rara elegancia la grandeza del pasado y el confort del presente. Tuve la suerte de alojarme allí, en una magnífica Junior Suite con vistas al río. He aquí un relato de mi experiencia.
Nada más llegar, sientes una atmósfera única, impregnada de historia, pero sin la menor pizca de polvo. El estilo antiguo no tiene nada de anquilosado. Al contrario, está vivo, incluso vibrante. Los dorados, las molduras, los suelos de parqué con su pátina de antigüedad cuentan mil historias, pero la frescura del entorno, el brillo de los tejidos y la calidad del equipamiento nos devuelven inmediatamente al siglo XXI.
La ubicación del hotel es ideal. Sal y te encontrarás inmediatamente en el casco antiguo, con sus calles adoquinadas, prestigiosos museos como la Fundación Beyeler y el Kunstmuseum, galerías de arte y elegantes boutiques. Basilea es una ciudad sorprendente, tranquila y dinámica a la vez, y Les Trois Rois es sin duda la mejor puerta de entrada a ella.
Mi Suite Junior tenía vistas al Rin. Era una imagen conmovedora, con barcazas deslizándose por el agua, cisnes a primera hora de la mañana y la luz dorada del atardecer incendiando la ciudad. La habitación en sí era un capullo de refinamiento: preciosa carpintería, cómodos sillones, ropa de cama excepcional, todo ello acompañado de las comodidades que cabría esperar de un palacio contemporáneo.
Un gran cuarto de baño de mármol con bañera y ducha separadas completaba el conjunto, y cada detalle destilaba buen gusto.
Pero lo que realmente distingue al Hôtel Les Trois Rois es su capacidad para renovarse sin traicionar su alma. Una reciente ampliación, diseñada por los famosos arquitectos Herzog & de Meuron, ha añadido un diseño más contemporáneo al hotel.
Este nuevo espacio, de líneas limpias y materiales nobles, alberga una zona de bienestar de inspiración japonesa llamada “Seijaku”. Presume de un ambiente zen, con tatamis, un fuego central y unas vistas impresionantes sobre los tejados de Basilea. Un retiro de silencio y serenidad en el corazón de la ciudad.
En términos de bienestar, la nueva zona “Seijaku” es todo un éxito. Inspirado en los ryokans japoneses, ofrece un entorno relajante donde puedes darte un masaje, una sesión de relajación o simplemente meditar en silencio. Es un lugar pensado para la calma interior, una rareza en el centro de la ciudad. Y para los aficionados a los puros y los que buscan un ambiente más sosegado, el salón “El Consejo”, con su diseño vanguardista y sus sillones de terciopelo rojo, ofrece un contraste llamativo y refinado.
Una de las joyas indiscutibles del hotel es su restaurante gourmet, el Cheval Blanc. Dirigido por el chef Peter Knogl, está considerado actualmente, según La Liste 2025, el mejor restaurante del mundo. Y eso sólo para empezar. Tres estrellas Michelin, 19 puntos Gault & Millau… Por desgracia, esta vez no tuve ocasión de probarlo.
Para quienes busquen una opción más informal, la Brasserie Les Trois Rois es cualquier cosa menos un segundo plato. La comida es muy buena, en un entorno elegante, con el río fluyendo al lado. El desayuno era realmente delicioso. Y qué decir del bar del hotel… Un salón realmente acogedor, con cócteles inventivos, música de piano por la noche y un ambiente deliciosamente atemporal. Aquí es donde late el corazón del lugar.
Las tarifas son acordes con el estándar: desde 500 CHF por una habitación estándar, y unos 1.200 CHF por una Junior Suite como la mía. Pero es una inversión que encuentro plenamente justificada. No vienes aquí sólo para dormir en un bonito hotel, sino para disfrutar de una experiencia completa: una inmersión en la historia, una escapada gastronómica excepcional, un momento de rejuvenecimiento total.
El Hôtel Les Trois Rois es un lugar especial, lleno de carácter, que atraerá a los amantes de la autenticidad y el refinamiento. No necesita hacer demasiado para impresionar: su longevidad y reputación hablan por sí solas. Es una dirección estupenda para una escapada urbana que combine cultura, confort y gastronomía.
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